Sueño 1

Para llamarla de alguna forma, era una maqueta en tamaño real del edificio de mi escuela sobre el edificio mismo de la escuela. O también mi escuela tapiada, en construcción o en reconstrucción. Láminas de fibracel, acrílico y no sé qué más ensambladas sin ninguna aparente maestría e, incluso, segmentos que empiezan a separarse y ventanas que empiezan a abrirse (que toca la maestra justo cuando empieza a devenir cantante).
La narración cantada y mi recorrido solitario me van haciendo sensible a la estructura -a algo construido- y al mismo tiempo, sin que sea para nada algo secundario, también a su provisionalidad. Pero es cuando estoy parado en un punto alto y central de la vasta construcción y que tengo una perspectiva completa, que me es vivible en su sentido de enorme fortaleza, sin que, otra vez, simultáneamente, deje de ser necesario sentir que es, en todo caso, rudimento de fortaleza: un diminuto ensamble de papel.
En todo eso había para percibirse alguna secreta intención seria, pero en la misma medida otra intención frontal de ironizar con la seriedad de esa intención seria. Y ante todo, como cantó la mujer, la estructura estaba construida para verla tal como era, para saltar el trámite de la aceptación, para ver los errores también como estructurales. Las ventanas cayendo más bien como paneles que funcionaban como ventanas desprendiéndose.

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